viernes, abril 29, 2005

smoke

Debería advertirse en la contratapa de libro algúno de Cortázar : "leerlo es perjudicial para la salud" (no entremos en engorrosos detalles acerca de la variabilidad subjetiva de éste término y dejémosla en la supeficie de lo convencional). Si a alguien le cabe duda acerca del destino furtivo de algún personaje, resuélvalo en muerte por efisema pulmonar.


..si será rico lo perjudicial, pucha!

martes, abril 19, 2005

Reminiscencia

Recurrentemente, últimamente, en circunstancias tanto adversas como beatíficas, en el andar sobre una madrugada asfaltada tan paradisíacamente urbana y desértica o hayándome aplastada a pleno mediodía en plaza once por la contaminación sonora y la congestión vehicular; como nacida de un fulgor espontáneo presente para dilucidar vayase a saber qué cosa, me asalta la conciencia en forma de muletilla, acompañada de un leve efecto modulatorio que provoca su casi involuntaria y susurrante pronunciación, aquella línea que me hubo aterciopelado el corazón unos cuántos años atrás cuando sólo requeríase de cinco palabras escogidas, pero de una honestidad naif irrecuperable, para hacerme sollozar : "Ya ves, cada persona es un mundo. Mi mundo, para mi, es bellísimo, y porque intuyo que el tuyo también lo es, te escribo compulsivamente. Sabras entender". Yo sabía entender, la sabía entender tan bien. Sus palabras acariciadoras me hilaban ensueños al ver a mi mundo suceptible de superponerse a otro y de habitar una realidad tan añorada. Al asomarme, y saborear el primer vistazo, lo inexplorado era promesa. Las ánsias de inmiscuirme en ello me arrebataban cada segundo de mi existir y depuraban la rutina de melancolía alguna. La belleza de mi mundo, desprovista de toda mesura, pronto coalicionaría con aquella otra, dejando hecha trizas las facultades orgánicas y estrictas en torno a las cuales tendía a configurarse la vida misma.
La intromisión repetitiva de ese recuerdo obnubilado retornó al tránsito ordinario de mi pensamiento como salvavidas al rescate de un ahogo entre tanta nada, entre tanta cosa llena de nada.- No ceder ante la incipiente parsimonia!- eso me gritaba. "Mi mundo, para mí, es bellísimo".. esa grandiosa simpleza, ese optimismo vital cargado de una destartalante sinceridad, lejos de cualquier pendantería, me interpelaban a sonreírle a cada una de todas las nimiedades que componían, decoraban, colmaban mis días, mis horas y el tic tac del reloj, a pesar de la ausencia o presencia de aquellas otras que componían, colmaban, decoraban otros días y otras horas. "Mi" vs "tuyo". Era desde esa sustancia independiente, cuya extraordinaria consistencia moldeaba nuestro redor, esa unicidad que estabamos seguras reconocer la una en la otra desde donde arrojábamos impulsivamente cuerdas al espacio sideral y así ir anudando, con amor de abuela tejedora, paralelos y merideanos para lograr escalarnos.
Hoy su ausencia, la inexistencia de vínculo algúno y quizás la exacerbación y manipulación de un pasado lejanamente pisado dan como resultado un legado que ni siquiera sospecha que lo es, mutante en una ocurrencia que devuelve, al andar extraviado, al moroso tic tac, a chaque matin esa sustancia con la cual teñir objeto, sujeto y ocasión que se infiltra a mi paso; esa consistencia indefinida, única e irrepetible, que compone los hechos y los no-hechos y otras tantas maravillas (no enumerables) que se revuelcan enlodadas en el devenir de los días.

domingo, abril 10, 2005

La vida acuática

  • En caso de estar con fiaca lectora, adviertan las expresiones en negrita

Comandada por impulsos irreverentes a no ir a ver las predilectas movies taquilleras, yanquilescas o europeas, con correspondiente aval crítico, sumergida en caprichos y pálpitos vanguardistas de darle chances a las minorizados, despojados proyectos cinematofráficos, me entregué con una confiaza absoluta a la proyección de The life acuatic with Steve Zissou traducida como "La vida acuática", cuarta y última producción de Wes Anderson, para salir con la peor impresión fílmica de lo que va del año y una iracunda decepción.
Había fichas en juego que parecían más que prometedoras y que al menos alejaban la proposición de un fracaso rotundo: El antecedente de su fabulosa master-piece que fue The royal Tenembaums ( Los excéntricos Tenembaums) cuya estética fue una bocanada de aire fresco en campo anglosajón, cuyas imágenes y personajes oscilantes entre lo fantástico y lo absurdo tenían un peso anímico conmovedor. Personajes extravagantes que eran expresión poética de cualquier sufrida normalidad, con una Gwyneth Paltrow que azora y hiela, y en sí unas actuaciones impecables que configuraron un puzzle estupendo.
La otra carta fuerte era el protagonismo de Bill Murray, cómico respetable, que venía de un acierto dramático con pleno charming enternecedor que fue Lost in translation (Perdidos en Tokio). Estas dos variables, en mí, generaron la expectativa de un peliculón. No podría haberla pifiado más.
La dirección de la película es calamitosamente mala. Uno en verdad siente pena por los actores con potencial librados a un guión que merece ser diezmado en todo aspecto: La trama es una ondulación, un camino sinuoso que no se sabe a qué coño aspira, las conversaciones se tambalean entre una profundidad de sentido, que por momentos pareciere abordar el padecimiento psíquico y peso familiar, y bromas carentes de gracia y significado alguno. Dos lógicas disímiles que para lograr ser abigarradas de forma compacta en la creación de un guión (logrado ello, éxito asegurado) requieren de una efectividad que el director/guionísta demostró poseer y explotar brillantemente en The royal tenembaums tanto como carecer de ella en su última película. La verdad es que Anderson buscó una temática alocada per sé, para mantenerse dentro de las filas de la cinematografía no oficial y le salió un mamarracho. La película contiene todos los ingredientes para ser considerada una mala película. Lo que pretende ser gracioso no lo es. Nada tiene que ver con nada. Los sucesos que se desarrollan no son funcionales a la trama y ni siquiera de por sí, unitariamente, son atractivas en sentido poético, sexual, divertido o emotivo. En todo éste mejunje, el director intenta peculiarizarla mediante sus condimentos freak tales como el uso de un hábitat marino, los uniformes celestes ridículos, la reiterada imágen de un brasilero cantando bossa, disparos y muertes injustificadas, sexo con una embazarada. Tiro por la culata: se necesita más que excentricidad y disparates para lograr una buena película.
Lo único que me contuvo de retirararme de la sala fue la inversión de 6 queridos pesos, el pobre de Bill y un arranque sadomasoquista de verla entera para poseer luego argumentos suficientes para defenestarla. Tarea realizada. Ni siquiera se tomen el trabajo de verla para corroborar mi enfoque peyorativo. No lo vale.

sábado, abril 09, 2005

A saber :

Ella es mi esperanza viva de amor. No es ni lo que es ella, ni lo que soy yo, ni lo que nunca vamos a ser juntas.
Un renglón en blanco donde oso redactar mis besos. Una ostra de gemidos amalgamados. Un pozo ciego al que arrojo fantasías como monedas gastadas. Una meta en el infinito.


Te he inventado, al igual que se confeccionan altamente cotizadas y bien comercializadas (documental i-sat 4 am.) muñecas de hule inflables, pero transladado a un plano metafísico donde la satisfacción en la posesión trasciende a las concreciones sexuales, genitales.
Recuerdo la escena en que Casanova (título y personaje de un film de Fellini) le hace el amor a una seductora, endiablada muñeca alcanzando el más desesperante y gratificante orgasmo ocurrido en toda la película. Metáfora sublime que ilustra con genialidad éste esbozo que en vistas primeras se presenta tan vulgar o perverso. Esto desborda la consigna de la saluble necesidad de encontrar espacios, personas, cuerpos terrenales donde plasmar placeres impostergables.
Refiero a una máxima: el deseo es la motriz de la vida, inagotable, pero ende, imposibilitado de ser plenamente consumado, descargado. Siempre debe quedar alguna carga de excitación que permita la continuidad del vivir. Por ende, la concepción del otro, el deseo por el otro jamás es un 100% "real" porque no comete una liberación absoluta de ese deseo. Sin embargo, no por ello es atribuíble el valor de efímero, ni constituye un enunciado nihilista. No quita la realidad de que la persona amorosa lo sienta vivídamente de esa manera. Pero condición esencial de ello es la existencia de esa muñeca, ese ideal netamente fantástico, esas aspiraciones amorosas, transferibles al amante. A algúnos ese ideal se les presenta borroso, indeterminado o hasta no revelado, a otros nos acucia cuando creemos verlo, vislumbrarlo con una nítidez embriagadora, cuando tenemos la certeza de que esa muñeca abarca todo lo deseable sobre la faz de la tierra, justamente porque no hay nada "real" a qué atenerse; haremos de ella lo que querramos posibilitando, de se modo, la satisfacción pura de placer. Así, ésta metáfora, ésta imágen surrealista corrompe de lleno la máxima.
A Saber : la realidad afectiva está constituída por elementos concretos, reales, situacionales completamente atravesados por aspiraciones fantásticas nacidas de la materia del deseo, inaccesible y de ningún modo objetivable.

Saber? ja. Saber?, claro, saber.
Es interesante, pero jamás podré saber cómo sabe el saber.
Comienzo a ser partidaria del sabor antes que el saber, mal que le pese a Platón

Necesito que existas, en algún tiempo, en algún lugar