smoke
..si será rico lo perjudicial, pucha!
Mmmm, a ver, a ver.. algo grandilocuente: No sé
Comandada por impulsos irreverentes a no ir a ver las predilectas movies taquilleras, yanquilescas o europeas, con correspondiente aval crítico, sumergida en caprichos y pálpitos vanguardistas de darle chances a las minorizados, despojados proyectos cinematofráficos, me entregué con una confiaza absoluta a la proyección de The life acuatic with Steve Zissou traducida como "La vida acuática", cuarta y última producción de Wes Anderson, para salir con la peor impresión fílmica de lo que va del año y una iracunda decepción.
Había fichas en juego que parecían más que prometedoras y que al menos alejaban la proposición de un fracaso rotundo: El antecedente de su fabulosa master-piece que fue The royal Tenembaums ( Los excéntricos Tenembaums) cuya estética fue una bocanada de aire fresco en campo anglosajón, cuyas imágenes y personajes oscilantes entre lo fantástico y lo absurdo tenían un peso anímico conmovedor. Personajes extravagantes que eran expresión poética de cualquier sufrida normalidad, con una Gwyneth Paltrow que azora y hiela, y en sí unas actuaciones impecables que configuraron un puzzle estupendo.
La otra carta fuerte era el protagonismo de Bill Murray, cómico respetable, que venía de un acierto dramático con pleno charming enternecedor que fue Lost in translation (Perdidos en Tokio). Estas dos variables, en mí, generaron la expectativa de un peliculón. No podría haberla pifiado más.
La dirección de la película es calamitosamente mala. Uno en verdad siente pena por los actores con potencial librados a un guión que merece ser diezmado en todo aspecto: La trama es una ondulación, un camino sinuoso que no se sabe a qué coño aspira, las conversaciones se tambalean entre una profundidad de sentido, que por momentos pareciere abordar el padecimiento psíquico y peso familiar, y bromas carentes de gracia y significado alguno. Dos lógicas disímiles que para lograr ser abigarradas de forma compacta en la creación de un guión (logrado ello, éxito asegurado) requieren de una efectividad que el director/guionísta demostró poseer y explotar brillantemente en The royal tenembaums tanto como carecer de ella en su última película. La verdad es que Anderson buscó una temática alocada per sé, para mantenerse dentro de las filas de la cinematografía no oficial y le salió un mamarracho. La película contiene todos los ingredientes para ser considerada una mala película. Lo que pretende ser gracioso no lo es. Nada tiene que ver con nada. Los sucesos que se desarrollan no son funcionales a la trama y ni siquiera de por sí, unitariamente, son atractivas en sentido poético, sexual, divertido o emotivo. En todo éste mejunje, el director intenta peculiarizarla mediante sus condimentos freak tales como el uso de un hábitat marino, los uniformes celestes ridículos, la reiterada imágen de un brasilero cantando bossa, disparos y muertes injustificadas, sexo con una embazarada. Tiro por la culata: se necesita más que excentricidad y disparates para lograr una buena película.
Lo único que me contuvo de retirararme de la sala fue la inversión de 6 queridos pesos, el pobre de Bill y un arranque sadomasoquista de verla entera para poseer luego argumentos suficientes para defenestarla. Tarea realizada. Ni siquiera se tomen el trabajo de verla para corroborar mi enfoque peyorativo. No lo vale.