sábado, mayo 07, 2005

Del Pintoresco Once

Uno de mis nuevos intereses, descubiertos a la luz de las necesidades alimenticias de una estudiante entre clase y clase, ha sido la de recorrer y visitar los polvorientos y desolados barsongos del Once.
Entré postulándome como la 3er clienta que ocuparía una de esas mesas tambaleantes de plástico negro gastado. Se aproximó el mozo debajo de un desteñido delantal rojo adornado por unas aureolas grasocientas, consecuencias del oficio, y al instante se puso a mi servicio –qué te traigo, linda? (estoy experimentando un cariño súbito hacia estos personajes canosos, clavos y barrigones que desplegan una simpatía folclórica entre silbidos tangueros, acento gallego y esa virilidad porteña que sólo en ellos eximo del "I just got a cock in my brain").
Aguardaba yo el pedido inmiscuída en mi lectura cuando se presentó, con una rapidez sagaz, un sujeto a la cabecera de la mesa, profiriendo una tonalidad de discurso ya conocida. Alcé la vista del libro para anclarla en una dentadura gigantezca y maltrecha. Unas paletas e incisivos superiores, superpuestos y desencastrados, que manifestaban un relieve cuánto más inrregular y fracturado que la mismísima cordillera de los Andes, exhibiendo una surtida gama de verdes que se depositaban como bolsones de sedimentación arbolada entre los intersticios dentales. Toda la horripilante dentadura quedaba por fuera de su boca embadurnada de un pink rouge brillante. Los buenos modales saben si oculté mi espanto. Un fucsia chillón derramado homogénea, pero desastrosamente sobre la superficie de sus párpados. La mujer, en verdad, parecía carecer de toda noción, ni siquiera estética pero anatómica, de ese decorable sector facial. Señora: sólo le corresponde a la delgada capa epidérmica que cubre al lóbulo ocular!. Créanme, Gasalla no hubiera sabido retratarla.
Venía a ocasión de ofertarme a un precio irrepetible un producto que en el Shopping Abasto no obtendría jamás a menos de 27$ con 50 centavos. – Un segundo sexo ofreciéndole a otro segundo sexo una fragancia afrodisíaca para instar al apareo a algún sexo primero. Perfume infectando a ese Otro para complacencia de ese Uno y allí la satisfacción pasiva de ese Otro en la construcción y consumación de su persona en tanto objeto- hubiera pensado la autora de mi libro circunstancialmente interrumpido.
- No uso perfume, gracias- declaré mintiendo para deshacerme de su verborragia publicitaria así como del campo visual que ese mamarracho de mujer generaba en mi retina. Preguntó por mi macho: - y alguno para tu novio?. ( La moviste mal de entrada, flaca, me proponías un Aqua de Gio pour homme y capaz... la regateabamos ) . -Tampoco- respondí a la ambulanta, invitándola a su retirada.

3 Comments:

Blogger . said...

Espero tus opiniones en nuestros post!
Gracias!
Muy bueno tu blog!

Susana

http://spyrr.blogspot.com
Sexo, Poesía y Rock & Roll

8:16 p. m.  
Blogger Laleft said...

Me exita y me da miedo encontrar gente parecida.
Creo que encontré otra turista del caos.

2:17 a. m.  
Blogger Huevo said...

Uia!
¿Qué?
En el cerebro puede haber otras cosas???
En serio?

8:35 p. m.  

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