lunes, febrero 21, 2005

Me llamo camila, soy la vecina del 5to A

Bajé al kiosko que no suele agradarme en lo más mínimo dado que sacando provecho de ubicarse en el barrio norte te toman por burgués pelotudo y te cobran todo el doble. Pero papá quería mayonesa para la ensalada. Me paré detrás de la chica rubia de pelo corto que recién descendía de un auto. Reparé en que era curiosa y humildemente atractiva. El kiosquero deslizó un camel de 20 común sobre el mostrador de vidrio sin petición alguna de la clienta y ella le encargó un pan lacteado blanco (me hizo gracia: "lacteado" en vez de lactal). Mientras incursionaba en su bolso buscando el dinero, pude apreciar un delgado torso cubierto por una bonita remera celeste de algodón fino. Su compra finalizada, realicé la mía, obtuve las monedas de cambio y caminé 60 mts para frenarme al notar que la muchacha en cuestión estaba a punto de ingresar a mi edificio. Fuck, es la del 5to B!. Stop. Me mantuve a la espera, a todavía 10 metros de la puerta de calle, calculando el tiempo lógico que le estaría requiriendo el llamado al ascensor. La mera idea de compartir el trayecto de los 5 pisos a su lado en una dimensión de metro y medio me paralizó.
En ningún lugar como en un ascensor sucede el fenómeno excepcional en que los ínfimos segundos se prologan perennemente. Esto es Ley, y que la física venga a discutirme. Ascensor y vecino/a es uno de los escenarios más molestos y asfixiantes de la vida cotideana. De por sí, la brevedad del ascenso anula toda posibilidad de mantener lo que se denomina "conversación". Te acomodas la cartera, le giras unas vueltas a tu llavero, marcas algún ritmo sonso sobre la puerta de chapa, presionas de ambos lado tu nariz con el pulgar y el dedo índice, quitas las pelusitas de tu pollera, preeves que faltan sólo dos pisos y apoyas decididamente la mano en la manija oxidada para abandonar felizmente al pasajero. Hay quienes silvan o remueven el catarro de sus bonquios emitiendo un notorio sonido, imposible de ser considerado molesto por representar una necesidad biológica (no adhiero a esas prácticas). Es cierto, hay quienes sí charlan con júbilo. Muy bien, pero ¿cómo logran colocarse estratégicamente, en ese reducido espacio, para poder mirarse a los ojos y no sentir que están a punto de caerse uno encima del otro o que el riguroso espacio delimitado entre medio de ambos los está estampando contra opuestas paredes del cubículo?.
¿Quería yo caerme encima de mi vecina y por ende, ante tal alucinante proyección, me hube detenido a esos 10 mt reprimiendo, avergonzada, estos incestuosos deseos vecinales?.
Qué tan terrible, che. Podría haber dicho – qué calor eh! .. la humedad está insoportable - y al alcanzar nuestro piso compartido – ah, me llamo Camila, soy tu vecina del 5to A. Cuando sea que necesites azúcar..

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

a mi lo que me pasa es lo siguiente, al vivir en un 1er piso, el leve momento se hace mas leve si lo consideramos en fracciones de segundo, aunque la sensación no deja de ser la misma: esto es una lenta tortura... en fin, las sensaciones varían de todas formas dependiendo de quien sea el acompañante en cuestión, vease que no es lo mismo una señora mayor con el pelo nevado... a una chetusa perfumadísima que alivia con su fragancia todo el ritual, o un cuarentón serio, amargo y aburrido, o uno de esos vecinos feitos feitos en los que nunca reparamos.
mi bronca es la siguiente: esos vecinos tan bonitos que se esconden pies más arriba en mi edificio sólo se aparecen ante mi, en el momento en salen del ascensor para dejarme entrar a mi en él absolutamente vacío.
reconozco que es lindo cuando queda ese dejo de desorodante que a veces traen... pero
podría haber otros dejos ¿no?
o podrían directamente dejarse adentro y dar un paseo en vertical...
que sé yo, esas cosas!!!!!

8:45 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Los ascensores me dejaron de interesar cuando los botones perdieron su densidad y se convirtieron en esa superficie plana, funcional y falta de gracia.
Ah, mi reino por un viejo elevador.

4:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

quizás ella ya te tiene vista y esperó para subir al ascensor contigo. y vos nada, parada a 10 metros. un desperdicio. tendrás que empezar por pedir azúcar vos, que ahí no hay problemas de espacio ni de tiempo!

10:17 a. m.  
Blogger Santurro said...

Yo en situaciones tan ascensoriales a lo que atino es a escabullirme en algún bolso contíguo o en su defecto entre mis ropas; o empezar a golpearme vertiginosamente y a la vista inquietante del vecino decir "mi mamá ya sabe".
(necesito pasarle el plumero a mi cerebro)

8:54 p. m.  

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