jueves, febrero 17, 2005

Sonrisas de una noche de verano

A pesar de mis repetidos intentos, el cine en blanco y negro, viejo, siempre me resultó aburrido. La música me parecía disonante, excesiva, y muy pero muy perturbadora. Pero admito que hoy mi prejuicio se descuartizó.
Me mandé como sin nada, con nada más que un "Bergman" y con el título "Sonrisas de una noche de verano". Con paso decidido subí las pintorescas y amplias escalinatas de afuera, observé la despanpanante arquitectura, tiré la colilla, atravesé elegantemente las puertas vidreadas, le pedí una entrada a la forzadamente cortés señorita, volví a salir, leí 2 paginitas de mi libro,volví a entrar, le sonreí a la verdaderamente simpática señorita de la puerta de la sala, vi tres bonitas mujeres sentadas contiguamente fantaseando con que algunas fueran pareja, y a tres flacos que iban a mi colegio (a quienes sin titubeo obvié ) y escogí con tranquilidad una butaca.
La música no fue molesta, por lo contrario, agradable. Desde los primeros 5 minutos hasta los últimos 2, la película no dejó de entretenerme, interesarme y estimularme a la vez (lean detenidamente los 3 verbos, no es sencillo lograr esa simultaneidad). Los personajes con un charming excesivo pero sutil, los diálogos, la fluidez, la verbalidad, esas fracesitas que te las recortas de la pantalla y las guardas en un bolsillito de cursillerías y porquerías.
Subieron desmesuradamente el aire acondicionado (SIEMPRE hacen lo mismo) y me la pasé frotándome (no se piensen mal) los brazos en sentido vertical dado que, a diferencia del muchacho de al lado, no tenía una chica presente que me acunara mimosamente con su sweater. Lo toleré porque continuaba encantada por la película y sonriéndo bajito ante el transcurso de la trama.
La película es realmente buena. No voy a hacer una review porque sería infinita. Pero es sabrosa y se le extrae jugo de diferentes gajos.
Bueno, salí. –graciaaas, me estaba congelando. Me dirigí al toilette como hacemos las nenas. Con un mínimo de atención decreté que ninguna de las tres bonitas mujeres que se sentaban contiguamente eran pareja, pero que sí eran extranjeras. No me esmeré por deducir el acento; no quería parecer interesada, a ver si se me notaba. Escuché bullicio y de repente, al abandonar el baño, me sentí en la Galería 68, entre la Av 3 y 5 de Nueva York. Abrí considerablemente mis ojos y chusmié indiscriminadamente: pelos prolijos, de una amplísima franja de colores, atuendos extravagantes pero formales (siempre dentro de los términos concensuados dentro de las vanguardias, claro está). Viro uno metro y me hallo con una mesa repleta de copas de vino tinto y gente bebiéndolas, por doquier. OH, Yeah. Esta es la mía. Wine for free. This is it.
Sin importarme y exctasiada con mi copa de vino tinto (fino, por cierto, seco, reiquísimo) me mantuve como espectadora de otro espectáculo gratuito. Bueno sí, estilo y algo de originalidad había. Olor a intelectualoide chic perfumaba el Malba.
Noté que aquél chico que iba a la septima división seguía igual de insulso, y que el otro no había mejorado nada su aspecto con la barba crecida y que los tres estaban igual de dibujados que yo en esa escena.
Reconocí a un tipo (por su llamativa pulsera de cuero al mejor estilo Freddy Mercuri), vestido todo de negro que una vez, una tarde, en no me acuerdo dónde había estado presente, como invitado, en una charla temática homo y bueno, para hacerla corta el tipo se la pasó hablando de su libro " El enano chupapijas", despotricando contra las entidades conservadoras que apuntalaban su título (como si no fuera ello lo único que pretendiera de aquel), relatando las vuelteretas sexuales fetiche lather que su personaje (sino él mismo) practicaba por los senderos ocultos y emblemáticos de Buenos Aires. En fin. El autor de "El enano chupapijas" estaba ahí, delante de mí. Y fue extremadamente gracioso, para la risa. Y yo estaba sola y me reí. Eso es raro, extraordinario. "El enano chupapija"..Jua. Y mientras me reía inexplicablemente, doblaba la vista y continuaba mirando a los vistosos presentes y a sus fasinantes artículos. Labios pintados y zapatitos de punta (Son los de ésta temporada, no?). Conversaciones breves y el clásico " qué tal, xxx, tanto tiempo?". Un chico musculoso y de ojos claros, que apostas es modelo, al que se le acercan dos chicas, con un evidente brushing, evidentemente modelos, o chicas lindas con plata que lo aparentan bien.
Como el contenido de mi copa se iba agotando junto con mi arranque de observadora compulsiva, decidí retirarme del recinto y encender el pucho que no le había podido hacer compañía al gustoso vino. Estaba fresquito y yo entonadita. Me volví canturreando a casa, sonriendo en una noche de verano.
Ah sí, la película, de eso se trataba esto. Os la recomiendo, véanla.

" El amor es un juego de malabarismo que se practica con 3 pequeñas pelotitas: la fidelidad, la palabra y la carne. Puede suceder que alguna de ellas se caiga.". Extraje luego de mi bolsillito.

1 Comments:

Blogger 2501 said...

ohh, yo nunca fui al malba. y también sólo tengo en mi haber un par de bergman's.
debe ser un nido de snobs estudiantes de cine el malba, no? de esos con anteojitos de intelectual y, si son groseramente predecibles, una boinita negra.
sea como fuere, me diste ganas de ir

7:20 p. m.  

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